La Serrana de la Vera

"Allá, en Garganta la Olla desta Vera de Plasencia, salteome una serrana blanca y rubia, zarca y bella...(Lope de Vega)
La Serrana de la Vera es un personaje legendario muy extendido en la región de Extremadura, especialmente en lugares como los Riberos del Tajo, Garganta la Olla, el Valle del Jerte y La Vera. Su mito se ha transmitido a lo largo de los siglos y ha dado lugar a diversas versiones.
Según la leyenda, la Serrana es una hermosa mujer con apariencia de cazadora o amazona, dotada de fuerza sobrehumana y características sobrenaturales. Vivía en los montes y, al encontrarse con hombres, los atraía a su cueva. Allí, después de emborracharlos o tener relaciones sexuales con ellos, los mataba y guardaba sus huesos en la cueva.
Una de las versiones más conocidas sitúa a la Serrana en Garganta la Olla, donde vivía la familia Carvajal. Isabel de Carvajal, supuestamente la Serrana, fue abandonada por su prometido, un sobrino del obispo de Plasencia, lo que la llevó a buscar venganza. Se refugió en la sierra y repudió a todos los hombres, atrayéndolos a su cueva para luego matarlos. En memoria de las víctimas, se erigió una cruz en la torre de Garganta la Olla.
La estatua de la Serrana de la Vera se encuentra en el mirador de Garganta la Olla y fue creada por el escultor Evaristo García. Esta figura mítica sigue fascinando a quienes exploran la rica tradición oral y literaria de la región3. Aunque algunos estudiosos debaten si la Serrana fue un personaje histórico o puramente mítico, su leyenda perdura como parte del folclore extremeño.

"En la sierra de Gredos,
donde el río se despeña,
vive la Serrana hermosa,
la más bella de la tierra.
Su cabello es como el oro,
sus ojos, dos estrellas,
y su piel, blanca y suave,
como la nieve fresca.
Los pastores la veneran,
los cazadores la anhelan,
pero ella es libre y salvaje,
dueña de su propia senda.
En su cueva solitaria,
guarda secretos y penas,
y a los hombres que la buscan,
los atrapa y los condena.
Así es la Serrana hermosa,
leyenda viva en la sierra,
y su historia se repite
en cada luna llena."

Había una vez, en los remotos montes de Extremadura, una figura enigmática que habitaba las sombras. La llamaban la Serrana de la Vera. Su belleza era tan cautivadora como su peligro. Vestía ropas de cuero y llevaba una daga afilada al costado. Su cabello oscuro ondeaba al viento, y sus ojos parecían espejos que reflejaban secretos ancestrales.
La Serrana vivía en una cueva oculta entre la maleza. Allí, entre las rocas y las raíces, tejía su venganza. Había sido deshonrada por un hombre que prometió amor eterno y luego la abandonó. Desde entonces, su corazón ardía en llamas de rencor.
Los campesinos y viajeros que se aventuraban por los senderos de la Vera eran sus presas. Los atraía con su belleza y su voz melodiosa. Los invitaba a su cueva, donde compartían vino y pasión. Pero cuando estaban más vulnerables, ella revelaba su verdadera naturaleza. La daga brillaba en la penumbra, y la Serrana cumplía su venganza. Sus víctimas quedaban sin aliento, sus cuerpos abandonados en la oscuridad.
Los lugareños susurraban su nombre con temor y fascinación. Algunos decían que la Serrana era un espíritu de la naturaleza, una criatura que protegía los bosques y castigaba a los hombres crueles. Otros creían que era una bruja con pactos oscuros. Pero todos coincidían en que su leyenda era real.
Un día, un joven valiente llamado Diego decidió enfrentarse a la Serrana. Había perdido a su hermano en manos de la misteriosa mujer y juró vengarlo. Siguió las pistas hasta la cueva y esperó. Cuando la Serrana apareció, él no la miró con miedo, sino con determinación.
"¿Por qué haces esto?" preguntó Diego. "¿Por qué matas a los hombres?"
La Serrana lo miró con sus ojos penetrantes. "Porque los hombres son crueles y traicioneros. No merecen la compasión."...
